Heladera
El helado se hace a base de frío y de movimiento. El frío hace que la leche, azúcar y demás ingredientes vaya espesando a medida que se forman pequeños cristales de hielo. El movimiento contínuo durante el proceso de congelación es necesario para evitar que se creen grandes bloques de hielo y que el helado quede cremoso. Este movimiento favorece también la introducción de aire en la masa de helado, lo que lo hace más ligero y agradable al tacto.
Con esto en mente, decir que existen dos grandes familias de máquinas de helado: las de acumulación de frío y las que usan compresor. Las primeras obtienen el frío de un congelador doméstico donde se deben enfriar durante varias horas, entre 12 y 24 horas, antes de poder usarse. Las segundas son capaces de generar su propio frío al contar con su propio compresor (como si fuera una nevera). En ambos casos, una pala movida por un motor eléctrico garantiza el movimiento constante y suave del helado mientras se va formando.
El mayor inconveniente de las máquinas de acumulación de frío es que sólo sirven para hacer una remesa de helado después de la cual debemos volver a meter la máquina en el congelador durante muchas horas si queremos hacer más helado. Tiene también el incoveniente de ocupar espacio en nuestro congelador. A cambio, tienen la gran ventaja de ser económicas y seguramente sean la mejor solución para aquellos que hacen helados de forma esporádica.
Las máquinas con compresor pueden hacer tanta cantidad de helado como queramos pero a cambio son bastante más caras. Son adecuadas para quienes hacen helado de forma regular o necesiten hacer varias remesas seguidas.