Equipo para hacer cerveza
La forma más sencilla de hacer cerveza es utilizar extracto de malta lupulizado (kit de cerveza) que además suelen venir con la levadura. Para estos kits, necesitas un equipo básico, a saber:
- Fermentador de al menos 25 litros. Es básicamente un cubo o bidón de plástico con tapa hermética.
- La tapa del fermentador debe tener un agujero en el que insertar una válvula, que permite las salida del CO2 que se produce durante la fermentación pero impide la entrada de aire.
- El fermentador puede tener un orificio en su lateral, en la parte inferior en el que encajar un grifo que nos permitirá vaciar su contenido a otro recipiente (otro fermentador, botellas).
- En caso de no tener grifo lateral, deberemos contar con un tubo sifónico que nos permite extraer el líquido del fermentador a otro recipiente colocado a una altura inferior a él.
- Densímetro y probeta, para medir la gravedad específica del mosto y con ello evaluar su contenido en alcohol así como lo avanzado del proceso de fermentación.
- Termómetro de inmersión para medir la temperatura del mosto
- Botellas en las que envasar herméticamente la cerveza. La cerveza acaba de fermentar en la botella generando ese gas que tanto nos gusta, pero eso obliga a que la botella pueda cerrarse bien y aguantar una presión interna importante. Para ello necesitarás botellas con tapón de rosca o con tapón automático (del tipo de las caseras antiguas) o por supuesto, botellas preparadas para chapas. Estas botellas tienen una boca en forma de corona sobre la que se dobla la chapa garantizando el cierre. Ojo, que si coleccionas botellas de vino para conservar cerveza, estas no te servirán dado que no tienen el tipo de boca sobre el que se pueda encajar una chapa.
- Si vas a usar chapas, necesitarás un chapador. Suelen venir con coronas de dos tamaños para poder usar con ellos los dos tipos de chapas más comunes: las de 26 mm y las de 29 mm.
Es también aconsejable disponer de un fermentador secundario en el que acabar de madurar la cerveza a la vez que nos ayuda a reducir a turbidez. Al pasar el mosto del fermentador primario al secundario gran parte de las impurezas que enturbian nuestra cerveza se eliminan (es decir, que se quedan depositas en el fermentador primario. Por cierto que ese depósito que queda en el fondo es muy rico y se puede usar para hacer vinagretas para ensaladas).
Si elaboramos la cerveza a partir de malta en grano partida o molida, entonces necesitaremos más equipo:
- Una olla grande en la que hervir la mezcla de agua y los kilos de malta que requiera la receta.
- Un escurridor que nos ayude retirar la malta del agua una vez cocida a la vez que nos permita prensarla y escurrirla bien para sacar todo su contenido.
- Un enfriador de serpentín. Esto es simplemente un tubo de metal (normalmente de cobre) conectado a dos mangueras de plástico en sus extremos por el que haremos circular agua fría del grifo. Metemos el serpentín en el mosto recién cocido, enchufamos una de las mangueras al grifo y la otra la dejamos evacuar en el desagüe. El paso del agua enfría el mosto muy rápido.
Finalmente, y como alternativa a las botellas se puede utilizar barriles de metal para conservar la cerveza. Estos han de complementarse con una bombona de gas que gasifica nuestra cerveza y hace que salga del barril.
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