Cultivos de kéfir
El kéfir es una bebida tradicional del Cáucaso y son conocidas desde la antigüedad sus propiedades positivas para la salud. Se trata de una combinación única de microorganismos ácido-lácticos, bacterias del ácido acético y las levaduras especiales del Kéfir. Los productos metabólicos de la actividad fermentativa conjunta son la base de las propiedades probióticas de la bebida. La micro flora del Kéfir se multiplica en el tracto gastrointestinal, mejora su ecosistema, tiene actividad antimicrobiana contra las especies de microbios indeseables, mantiene en un excelente tono el tracto digestivo, elimina las toxinas del cuerpo y activa el sistema inmunitario.
La bebida obtenida es espesa, con una textura un poco pegajosa. Es ligeramente dulce y ácida y contiene pequeñas cantidades de alcohol. El Kéfir se puede elaborar con leche de vaca, oveja o cabra, teniendo cada versión sabores distintos, característicos dela leche de ofigen.
Estas bacterias y levaduras saludables que componen el fermento del kéfir acaban desarrollando unos gránulos parecidos a pencas de coliflor que seguirán creciendo y desarrollándose siempre que sigamos renovando la leche que lo rodea. Cuando tenemos un conjunto de gránulos muy desarrollados, es posible que se desprendan trozos. Aunque no tienen ningún impacto negativo en nuestra salud, su tacto no es agradable y por ello es aconsejable servir el kéfir desde la jarra productora a nuestro vaso usando un colador, para atrapar cualquier trocito no deseable.
Para hacer yogur de kéfir ya sea partiendo de fermento liofilizado o cuando hacemos una resiembra, hay que calentar la leche a 30 grados y mantenerla a esa temperatura para la correcta activación de los cultivos.
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