Medidas

Medidas

Cuando cocinamos platos salados, medir cuidadosamente la cantidad de los distintos ingredientes para respetar la receta es una práctica más que aconsejable que no siempre seguimos. Reconozco que yo soy el primero que se deja llevar por su instinto cocinero y mide las cantidades a ojo. En general las cosas salen razonablemente bien pero también he tenido grandes fracasos. E incluso cuando el resultado es bueno, no sabremos si el plato que hemos cocinado es realmente comparable con la receta auténtica. Si hablamos de repostería, entonces medir bien las cantidades es una auténtica necesidad. Por ello, es necesario contar con buenos aparatos de medición y tenerlos a mano para que no nos dé pereza utilizarlos y evitar abrirle la puerta a la peligrosa improvisación. La buena noticia es que la mayoría de los instrumentos son económicos, abultan poco espacio y son muy fáciles de usar. Veamos una lista con los más importantes.

Medidas: ¿Cómo se elabora?

Volumen:
Para medidas pequeñas, usaremos en general las siempre disponibles cucharas soperas, las cucharillas de postre y las cucharillas de café o moka. 

Estas medidas son siempre aproximadas, sobre todo porque no existe norma alguna que diga qué capacidad debe tener una cuchara, es decir, que cada fabricante las puede hacer del tamaño que le plazca. A modo orientativo podemos decir que aproximadamente 1 cucharada sopera tiene un volumen de 15 ml y una de postre de unos 5 ml.

Pero tenemos que insistir en que las medidas dadas por las cucharas genéricas no so fiables. Para solventar este problema, existen en el mercado cucharillas medidoras, normalmente marcadas con la terminología inglesa de tablespoon o la abreviación tbsp para la cuchara sopera y teaspoon o tspn para la cucharilla de postre. En caso de usar este tipo de herramienta el volumen se mide siempre raso. Entiendo que esto puede parecer un poco lioso pero tiene su lógica. Las cucharas graduadas que venden en el comercio, se suelen usar para obtener medidas muy precisas y no pueden depender de la subjetividad que implica el concepto de cucharada copada. Por ello, estas cucharillas graduadas siempre asumen que se tienen que rasar. En cambio, en los casos en los que no hace falta tanta precisión (en la mayoría de los casos, por cierto) buscamos ser prácticos y no tener que ir usando ambas manos para rasar cada cucharada que incorporamos al guiso.


Para volúmenes mayores aconsejo usar una jarra graduada. En general el vaso de agua normal debe tener 250 ml pero hay demasiadas variaciones en el mercado hoy para que esto sea fiable. Por eso, recomiendo la jarra graduada, normalmente con un volumen máximo de un litro es suficiente. Si tiene en otro lado los equivalentes ingleses (las onzas y las cups), pues mejor. Las hay muy bonitas de cristal que son útiles si vamos a calentar cosas en el microondas en ellas, pero en general una jarra de plástico que se pueda meter en el lavavajillas es suficiente.


Peso:
Para medir el peso hace falta una balanza, ¿verdad? Pues no siempre es necesario e incluso si usamos una balanza, hemos de tener en cuenta que existen muchos tipos diferentes.
¿Cómo evitar usar una balanza? Pues usando volúmenes y teniendo ciertas nociones de densidades. La más obvia es la del agua: 1litro, es decir 1000 ml de agua, pesan 1 kilo. Si queremos, podemos memorizar otras densidades que he redondeado:
1 litro de arroz en crudo = 800 gramos
1 litro de azúcar blanquilla= 850 gramos
1 litro de harina blanca = 500 gramos
1 litro de aceite vegetal = 920 gramos
Si no queremos memorizar esto, algo que comprendo y comparto, pues entonces deberemos usar una balanza. Mi recomendación aquí es comprar una balanza electrónica que nos de una precisión al gramo pero que a la vez pueda tolerar pesos de hasta 2 o 3 kilos. Además es muy importante que esta balanza tenga función de puesta a cero. Esto es muy útil para medir el peso de algo independientemente del recipiente en el que lo ponemos. Es tan sencillo como poner el recipiente en la balanza primero vacío y en ese momento poner la balanza a cero. A partir de ahí, el peso de lo que pongamos en el recipiente será medido por la balanza sin tener en cuenta el recipiente mismo.
Las balanzas electrónicas son fiables, ocupan poco espacio y son fáciles de limpiar. Su único inconveniente es que hay que cambiar las pilas cada cierto tiempo pero la verdad es que duran mucho.


Temperatura:
Para medir temperaturas hay una gran variedad de termómetros en el mercado, y no los voy a describir todos y voy a recomendar sólo dos. El primero es electrónico, con una unidad central con su pantalla a la que está unido el sensor de temperatura mediante un cable, normalmente de acero o de plástico resistente. Este termómetro permite lo siguiente:
El sensor o sonda es una aguja de metal puntiaguda que podremos pinchar en una carne para conocer su temperatura interior.
El sensor y el cable son resistentes al agua y al calor por lo que podremos introducirlo en líquido caliente o en un horno caliente. La unidad central obviamente queda fuera de la cazuela o del horno para poder leer en ella en todo momento la temperatura.
La unidad central tiene la posibilidad de definir una alarma que saltará cuando el termómetro llegue a una temperatura que nosotros definimos. Con esto siempre nos saldrán bien los asados: pinchamos en sensor para la que punta llegue al centro de la pieza de carne, establecemos la alarma para cuando la temperatura llegue al punto ideal del centro y nos olvidamos hasta que suene la alarma, momento en el que la carne está ya lista. Esta función también es útil si queremos hacer cocina a baja temperatura en nuestra cocina normal (confitados, cocina al vacío). Podemos programar el termómetro para que nos avise si se supera cierta temperatura, y en ese momento bajar el fuego o apagarlo momentáneamente.
La unidad central tiene además otras funciones como temporizador y alarma.

El otro termómetro que recomiendo tener es también electrónico y es parecido a los termómetros de farmacia, pero pensados para la cocina. Son ideales para una toma rápida de temperatura de un líquido. Se limpia en un segundo y se guarda en cualquier sitio.

Tiempo:
Todo cocinero necesita medir el tiempo. Vale un reloj, la alarma del horno o cualquier otra técnica, pero en general vale la pena tener un temporizador de cocina con alarma muy a mano y acostumbrarnos a usarlo. Nos va a ahorrar muchos disgustos. Los hay mecánicos o eléctricos. Todos valen. Sólo debemos asegurarnos de que la alarma es lo bastante potente para oírla en cualquier punto de la casa en el que podamos encontrarnos.

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