Espátula aireadora

En el caso de la cerveza, después de cocer el mosto durante una hora o más su contenido en oxígeno se reduce a mínimos. Y para la mayoría de levaduras, es fundamental una primera fase de trabajo, llamada fase aeróbica, en la que se multiplican a toda velocidad y empiezan a "comer" azúcares. Y para hacerlo, deben hacerlo en un mosto rico en oxígeno. 

Por ello, antes de lanzar la fermentación de cualquier cerveza es habitual asegurarse de que el mosto es rico en oxígeno. Y para ello, basta con aplicar una acción mecánica de agitación que ayuda a que el líquido "robe" oxígeno del aire. Y la manera más sencilla de hacer esto es con una simple espátula para vino y cerveza. Para hacerlo, hay que batir el mosto con cierta violencia para promover un buen intercambio con el aire. Basta con hacerlo unos minutos y será suficiente.

En el caso del vino, se produce un fenómeno diferente, en el que la fermentación genera gas carbónico, un gas que en el caso del vino queremos eliminar. Para ello se sigue el proceso de "desgasificación" del vino. Y como con la cerveza, puede hacerse con una simple espátula. En este caso no agitaremos con tanta fuerza dado que no queremos oxidar el vino, pero sí ayudar al CO2 disuelto en él a que se separe y pase a la atmósfera.

Como vemos, una buena espátula es un aliado imprescindible a la hora de hacer vino o cerveza. Si queremos hacer una inversión para toda la vida, podremos adquirir una espátula fabricada en acero. Si nuestro presupuesto es más limitado, podremos adquirir una de plástico, y simplemente usarla con algo más de cuidado para que no se nos rompa.

Cosas a tener en cuenta:

Adapta el largo de la espátula al tamaño de la olla o del fermentador. No te quedes corto. Para las típicas partidas de cerveza de 23 litros, una espátula de 40 o 50 cm de largo suele ser suficiente. 

En el caso de la cerveza especialmente no olvides desinfectar bien la espátula antes de proceder al aireado del mosto.