Soja texturizada
El proceso de "texturización" de la soja es relativamente moderno, siendo inventado y comercializado en 1966. Partiendo normalmente de una harina de soja, mediante este proceso, se aísla la proteína, se elimina la grasa y se genera un sólido de distintos tamaños con una concentración en proteína que puede estar entre el 50 y el 90% de su peso total.
El producto terminado se hidrata fácilmente y absorbe muy bien los sabores de una salsa. Se usa frecuentemente para reemplazar la carne en distintos platos siendo igualmente nutritiva y más sana al no tener colesterol. Se puede manipular fácilmente para obtener distintas formas que recuerdan a las de la carne (como hamburguesas, albóndigas, carne picada en salsas espesas tipo boloñesa).
Es usada a diario en países como la India donde el porcentaje de población vegetariana es muy elevado. Su capacidad para absorber perfectamente todo el sabor de los currys, combinado con su alto contenido en proteína, lo convierten en un excelente ingrediente.
La soja texturizada se presenta en distintos grosores, desde casi molida a trozos grandes. La primera se rehidrata en apenas unos minutos en agua o caldo caliente en una proporción de 1 volumen de soja por un volumen de caldo. La soja más gruesa requiere una proporción de dos volúmenes de caldo por cada volumen de soja, siendo necesarios unos 20 minutos para su completa absorción. Este proceso puede hacerse en el microondas si se parte de caldo frío.
La soja texturizada no sólo es sana sino que es también económica. Como normal general, cada kilo de soja en su estado deshidratado, dará lugar a 3 kilos de "carne" picada. Y además su vida útil es muy larga, pudiéndose conservar en su estado original durante muchos meses.
