Raclette

Se lavan bien las patatas y se cuecen en una cazuela tapada con bastante sal. El tiempo de cocción depende mucho del tipo de patata que se use. Pasados 15 minutos, recomiendo pinchar una patata para ver si está hecha comprobando si el cuchillo penetra sin demasiada resistencia. Si notamos que la pata sigue enteriza, tapamos la cazuela, seguimos la cocción y volvemos a comprobar en 2 o 3 minutos. Una vez que las patatas estén hervidas, las escurrimos y las llevamos a la mesa en una fuente o cuenco grande. En distintos platos y cuencos disponemos los embutidos y los encurtidos. En una fuente grande llevamos también el queso de raclette cortado en lonchas de aproximadamente 1/2 cm o 1 cm de grosor y de unos 5 x 8 cm de sección. A menudo es posible encontrar el queso de raclette ya cortado. La ventaja de no tener que cortar el queso nosotros mismos es que no se nos impregnarán las manos del olor intenso propio de este queso. Pero si no lo encontramos ya cortado, no pasa nada que tampoco es un drama tenerlo que hacerlo en casa.
Cuando tenemos todos los ingredientes en la mesa, encendemos la racletera y llamamos a los comensales. Cada uno debería tener un cacillo de metal y una pequeña espátula de madera asignados. Cada comensal pondrá una loncha de queso en el cacillo y lo meterá en la racletera para que empiece a derretirse. Mientras tanto, cada cual se pela una patata y la corta en lonchas gordas en su propio plato. Cuando el queso de raclette esté derretido, se retira el cacillo de la racletera y con la ayuda de la espátula se vuelca el queso sobre la patata. Se come mientras esté caliente, y se alternan bocados de patata con queso, con bocados de embutido y encurtidos.
Muchas de las racleteras eléctricas están recubiertas por una piedra sobre la que se pueden cocinar carnes o verduras. Aunque la receta típica Suiza no los incluye, nada nos impide poner trocitos de carne crudos, salchichas o lo que se nos ocurra para cocinarlo sobre la piedra.