Sifón para líquidos
El principio del sifón para líquido es muy sencillo. Consiste básicamente en un tubo flexible que va a trasegar líquido por la simple acción de la gravedad de un depósito a otro. Para que pueda funcionar por gravedad es necesario que el depósito destino esté por debajo del nivel del depósito origen. Y cuanta más diferencia de altura haya, mayor caudal se va a generar y más rápido será el trasiego.
Pero desgraciadamente no basta con conectar dos depósitos a distintas alturas con un tubo para que empiece a fluir el líquido. Hace falta algo que inicie el movimiento. Para esto se puede recurrir al sistema "tradicional" de succionar con la boca el extremo inferior del tubo (estando el extremos superior introducido en el depósito de arribo) y justo cuando va a salir el líquido, apartar la boca y dejar que efluya ya de forma continua el líquido.
Esto no es demasiado higiénico y a veces es difícil reaccionar a tiempo y puedes acabar con líquido en la boca. Para evitarlo existen lo que en Cocinista llamamos sifones automáticos que cuentan en la parte superior con un simple sistema de émbolo que al accionarse ceba el sifón y hace que el líquido fluya.
Una vez que el líquido empieza a fluir, mientras no movamos el sifón, la gravedad seguirá haciendo su trabajo. La podemos interrumpir temporalmente con un grifo o válvula lo que hace de los sifones un sistema válido para el embotellado, por ejemplo.
Por lo tanto, si eres de lo que cree que la mejor manera de fermentar cerveza o vino es una damajuana grande (que no tiene grifo), debes pensar en tener un sifón, y si es automático, mejor que mejor. Te ayudará a pasar tu vino o cerveza a un fermentador secundario o a las botellas.
