Chalotas
La chalota tiene un sabor parecido al de la cebolla pero más suave y con un toque dulce y muy ligeramente picante (en crudo). Es también más fácil de digerir. Es adecuada para consumir cruda en ensaladas donde no aportará el picante tan intenso propio de la cebolla cruda pero sí un aroma y sabor fino y agradable. También se puede dorar o caramelizar (unos 10 minutos a fuego suave) o se puede añadir pelada y enteras o en mitades a un asado en un horno (en una hora estarán perfectamente hechas).
Los usos en cocina son infinitos: se puede usar, como ya hemos dicho, crudas en ensaladas o como topping en un guiso. Se puede añadir a guisos, sopas y asados de carnes, pescado, aves…
En el caso de que una receta pida chalotas y no dispongamos de ellas, podremos sustituirla por cebolla pero en cantidad inferior (entre la mitad y la tercera parte). El sabor no será igual pero lo bastante parecido como para no quedarnos sin cocinar ese plato.
Trucos:
- Para pelar una chalota que vamos a picar, cortaremos primero los dos extremos y luego haremos un corte longitudinal para partirla en dos mitades. Luego retiraremos la capa de piel seca o si tenemos poco tiempo, eliminaremos directamente la primera capa de pulpa.
- Elegir las chalotas más pequeñas porque son las que más sabor tienen. Su piel debe estar limpia, seca y brillante.
- Se conservan durante semanas a temperatura ambiente antes de empezar a germinar. SI se ha pelado ya, se debe guardar en nevera, preferentemente en un envase hermético.
Información nutricional media por 100g de chalota:
- Proteínas: 1,9g
- Azúcares: 12,6g
- Grasas: 0,2 g
- Calorías: 60 kcal
Aporta vitaminas B y C así como minerales como el potasio, calcio, magnesio, hierro y zinc entre otros.