Termómetros

Termómetros

El buen control de la temperatura es crítico en muchos aspectos y disciplinas de la cocina. Dependiendo de lo que estemos elaborando, será importante saber a qué temperatura está un horno, o el aceite o el agua en los que vamos a cocinar. La temperatura también nos permite saber qué está pasando en zonas que no podemos ver: ¿está crudo por dentro mi asado de carne? La temperatura interior de la pieza nos lo dirá. Para ello, los fabricantes de utensilios de cocina están desarrollando aparatos cada vez más precisos, fáciles de usar y versátiles. A continuación os doy una breve lista que no pretende ni mucho menos ser completo.

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Empecemos por el frío: sí, la nevera y el congelador son sin duda de los elementos de nuestra cocina más importantes y críticos. Tenerlos bien regulados es importante y en ello nos va no sólo la calidad de los que conservamos sino nuestra propia salud. La nevera debería estar entre 2 y 4º C. El congelador debería estar al menos a -18ºC. Pueden existir varios motivos por los que una nevera no alcance la temperatura deseada, y aunque no es el objeto de este artículo, os doy algunas posibles causas: termostato mal regulado, falta de gas en el compresor, nevera demasiado llena, nevera con insuficiente ventilación en la parte trasera… Y la manera de saber a ciencia cierta que nuestra nevera está enfriando como se espera, es usar un termómetro. La mayoría de modelos sirven tanto para la nevera como para el congelador.  Bastará con dejarlos una media hora en el zona que queramos monitorizar antes de hacer una  lectura del termómetro.

Temperatura del horno: dependiendo de lo sofisticado que sea tu horno, puede que tenga un indicador de temperatura propio. Muchos cocineros, a pesar de tener hornos con esta funcionalidad, no se acaban de fiar y prefieren tener además un termómetro de buena calidad que se coloca en el interior del horno (sobre una bandeja o colgado de una rejilla) de forma que se pueda leer desde la ventana sin necesidad de abrir la puerta. Esto es fundamental dado que el simple hecho de abrir la puerta de un horno puede bajar momentáneamente su temperatura interior de forma drástica. Estos termómetros son especiales para horno y la mayoría miden temperaturas máximas de 300 o 350ºC.

Temperatura de líquidos: la Unión Europea acaba de prohibir la venta de termómetros de mercurio. Pero además, los termómetros de columna de líquido (sea de mercurio u otro) son frágiles y relativamente poco precisos. Están también los termómetros llamados de lámina bimetálica (los que parecen un reloj con una aguja que mueve un muelle). Estos tampoco son muy precisos y en mi opinión tienen un uso muy concreto que veremos más delante. Con lo que nos quedan los termómetros digitales, que son los que recomiendo. Son asequibles, hacen la lectura de forma casi instantánea y son versátiles. Miden rangos de temperatura bastante amplios y sirven tanto para medir la temperatura de un líquido como para ver la temperatura interior de un alimento (y por eso tienen forma de aguja). Tienen el pequeño inconveniente de requerir pilas (normalmente 1 o 2 pilas de botón) que duran años y eso sí, no se pueden meter en un horno.

Termómetros de carne: si queremos monitorizar la temperatura interior de un trozo de carne o de un pollo que estamos asando al horno sin tener que abrir la puerta cada vez, pues necesitaremos un termómetro de carne. Se deja pinchado en la pieza asegurándonos de que el extremo de la aguja del termómetro llega aproximadamente al centro de la pieza. Y lo hacemos de forma que podamos leer el termómetro desde la ventana del horno. Así, sin necesidad de abrir la puerta sabremos en todo momento qué temperatura hay en el corazón de nuestro asado. Muchos de estos termómetros añaden además una “chuleta” que nos recuerda qué temperatura debe tener la carne de vaca, cerdo y pollo para estar poco hecha, medio o muy hecha.

Este termómetro de carne nos permite asegurarnos de que nuestro asado siempre está a punto, pero nos obliga a estar siempre cerca de la puerta del horno “vigilando” la temperatura. Existe otro modelo de termómetros (que también tenemos en la tienda Cocinista) que resuelve este problema de forma muy ocurrente. Se trata de un termómetro cuya sonda está conectada a la unidad central mediante un cable resistente al calor. Pincharemos la sonda en el alimento y cerraremos la puerta del horno que pillará el cable de la sonda pero no lo romperá. En la unidad central veremos la temperatura de la pieza, pero lo que es más importante, podremos programar una alarma que nos avisará en cuanto el centro de la misma alcance la temperatura deseada. Salvo que nos vayamos muy lejos de la cocina, ya nunca se nos van a volver a pasar los asados! Decir que este termómetro sirve también para medir temperaturas de líquidos. El cable con la sonda se pueden desconectar y nos queda la unidad central que es un reloj y un temporizador. ¿Se nota que me encanta este producto?

Para acabar, mencionar un termómetro que veremos sobre todo en cocinas profesionales: me refiero al termómetro por infrarrojos. Es parecido a una “pistola” que tendremos que apuntar al objeto o líquido cuya temperatura queremos conocer, apareciendo esta de forma instantánea en una pantalla. Son sin duda muy “chulos” pero no sé si se justifica su uso en una cocina doméstica. Además para medir la temperatura con precisión hay que hace unos ajustes manuales que pueden ser complejos.

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