Pan de pita

En un cuenco grande ponemos la harina, la levadura, la sal y el aceite y lo mezclamos un poco y vamos añadiendo el agua poco a poco hasta conseguir una masa que se despegue de los bordes del cuenco.

Pasamos la masa a la mesa de trabajo ligeramente enharinada y amasamos con energía durante 12 minutos.

Separamos la masa en bolas un poco más pequeñas que una pelota de ping-pong. Cuando hemos hecho todas las bolas, vamos de una en una dándoles forma. Queremos hacer tortitas redondas de un grosor de algo más de medio cm. Para ello podemos usar un rodillo o nuestros dedos. Vamos colocando las tortitas en una zona de nuestra mesa ligeramente enharinada. Cuando hemos hecho todos los panecillos, los cubrimos con un trapo seco y dejamos reposar una hora.

Al horno:

Precalentamos el horno al máximo de su temperatura. Recubrimos la bandeja del horno con papel antiadherente sobre el que hemos untado un poco de aceite. Vamos colocando las pitas de una en una, dándoles la vuelta (el lado superior durante la hora de reposo, debe ser ahora el lado inferior para el horneado).

Cerramos el horno y dependiendo de su potencia, en unos minutos veremos que las pitas se hinchan indicación de que están casi hechas. Esperamos un minuto más y retiramos. El pan de pita no debe estar muy tostado y el horneado sólo debe darle un ligero color dorado.

En sartén: 

Como alternativa al horno, podremos usar una sartén, preferente de hierro fundido para que concentre una buena cantidad de calor. Bastará con calentar la sartén a un fuego medio. Y sin añadir aceite, se van cocinando los panes uno a uno, aproximadamente 1 minuto por cada lado.

Enfriamos los panes sobre un trapo seco. Se pueden comer inmediatamente, guardar en bolsa ziploc durante unos días e incluso congelarse dándoles un golpe de horno rápido para descongelarlos y comerlos.