Tequeños

En un bol grande, mezcla la harina y la sal. Añade la mantequilla y trabaja la mezcla con las manos hasta obtener una consistencia arenosa. Incorpora el huevo y mezcla. Agrega el agua poco a poco, amasando hasta obtener una masa suave y manejable. No debe pegarse en las manos. Si está muy seca, añade un poco más de agua; si está muy húmeda, un poco más de harina.

Cubre la masa con un paño húmedo o envuélvela en film plástico y deja reposar durante 30 minutos a temperatura ambiente.

Mientras la masa reposa, corta el queso en palitos de aproximadamente 1 cm de grosor y 7 cm de largo. La cantidad de queso y su tamaño pueden variar según la cantidad de tequeños que desees hacer.

Una vez que la masa ha reposado, sobre una superficie enharinada, estira la masa con un rodillo hasta que tenga un grosor de unos 2-3 mm. Corta la masa en tiras de aproximadamente 2 cm de ancho. Toma un palito de queso y comienza a envolverlo con la tira de masa, empezando por un extremo del queso y terminando en el otro, asegurándote de sellar bien los bordes para que el queso no se salga al freír.

Calienta abundante aceite en una sartén profunda o freidora a una temperatura de 180°C. Fríe los tequeños en tandas, sin sobrecargar la sartén, hasta que estén dorados y crujientes, aproximadamente 2-3 minutos. Es importante no poner muchos al mismo tiempo para evitar que el aceite baje de temperatura.

Una vez dorados, retira los tequeños del aceite y colócalos sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa. Sirve caliente.

 

Los tequeños son mejores cuando se disfrutan recién hechos, acompañados de salsa de ajo, salsa rosada, guacamole, o simplemente solos para apreciar su delicioso sabor. Son el aperitivo perfecto para cualquier ocasión, combinando la textura crujiente de la masa con el delicioso sabor del queso derretido en su interior.