Germinador casero
Para hacer este germinador casero vas a necesitar un bote de cristal de gran tamaño (de más de medio litro) que tenga además su tapa. Es el tipo de frasco en el que se venden cosas como guisantes, garbanzos ya cocidos, aceitunas...
Lava bien el bote y si quieres quita las etiquetas que tenga pegadas por fuera, dejándolo a remojo en agua tibia durante unas horas.
Pon la tapa en el bote y perfórala con un punzón, destornillador o herramienta similar haciendo una docena de agujeros pequeños.
¡Tu germinador ya está listo! Ahora debes poner unas semillas en el frasco y llenarlo hasta sus tres cuartas partes de agua fría del grifo. Piensa que las semillas al geminar van a multiplicar de forma muy notable su volumen por lo que debes poner una cantidad de semillas pequeña. Dependerá obviamente de la variedad de planta elegida, pero como regla, te sugerimos que la primera vez pongas una cucharada de postre rasa de semillas y que veas qué volumen final de germinados te da.
Dejamos las semillas sumergidas en agua durante entre 5 y 10 horas (el sobre de semillas que hayas comprado seguramente te dará más indicaciones sobre el tiempo inicial necesario dependiendo del tipo de planta). Pasado este tiempo, escurrimos el agua del germinador poniéndolo boca abajo con una ángulo de unos 45º.
Al día siguiente, abrimos la tapa del frasco y volvemos a meter agua del grifo hasta empapar la semillas. Inmediatamente, volveremos a escurrir el agua dejando el frasco mirando hacia abajo con cierta inclinación. Repetiremos esta operación 2 o 3 veces al día durante un total de entre 4 y 6 días (otra vez, el tiempo dependerá de la variedad de semilla).
Pasado este tiempo, las semillas deberían estar completamente germinadas y listas para ser usadas en ensaladas o simplemente para adornar platos a la vez que les das un sabor extraordinario. En otras palabras, ya tendrás tus brotes listos para cocinar con ellos. También se pueden añadir a guisos o sopas y en ese caso nuestro consejo es que los dejes casi crudas para que queden crujientes y conserven todo su sabor.
Si bien los brotes te pueden durar uno o dos días más en el germinador, no debes dejarlos crecer demasiado dado que acabarán poniéndose feos y su sabor se estropea. También es posible guardarlos unos pocos días en la nevera en un túper.