Brotes de alfalfa

La alfalfa es una hierba de gran altura, de entre 30 y 60 cm, que se cultiva principalmente como pasto para el ganado. Pero cuando acaba de germinar y su tamaño apenas alcanza unos milímetros, es un alimento muy rico y nutritivo para el ser humano.

Los brotes de alfalfa son ricos en vitamina K, vitamina C y fitoestrógenos que supuestamente tienen un gran valor para nuestra salud por su efecto anticancerígeno, reducción del colesterol y reduciendo el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Pero dado que no podemos garantizar ni cuantificar la bondad de sus efectos, preferimos hablar de los brotes de alfalfa en términos puramente culinarios.

Los brotes de alfalfa comen normalmente crudos para aprovechar su sabor fresco y jugoso a hierba. Al estar crudos, mantenemos además su delicada textura que es crujiente y muy agradable en boca. En estos últimos años ha aumentado su consumo y es relativamente fácil encontrarlos en los supermercados, vendidos en unas cestitas de plástico. En esta forma nos durarán bastantes días en la nevera por lo que no tenemos que acabárnoslos todos de golpe. Si no los encontramos en el súper o preferimos una versión muy fresca y económica, podremos germinarlos en nuestra propia casa. Podemos adquirir las semillas y usando un germinador o alguna alternativa, podremos tener siempre brotes de alfalfa frescos en  nuestra cocina.

Los usos son muchos, pero el más habitual es como ingrediente de una ensalada.  En el Reino Unido es muy habitual usar brotes como los de alfalfa para dar el toque final a un sandwich. Podrás ponerlos encima de una hamburguesa, de una tortilla e incluso encima de una pasta. Y como elemento decorativo en un plato minimalista no tienen rival.