Acelgas

Acelgas

La a menudo denostada acelga es a menudo un ingrediente con el que hacer platos realmente suculentos. Es posible que en esto de amar u odiar las acelgas haya un elemento de “gusto adquirido” que sea determinante. Si de joven has aprendido a disfrutar de ellas, te seguirán gustando toda la vida y cocinada de muy distintas formas.

La acelga es una planta de grandes hojas verdes y pencas blanquecinas o rojizas muy común en la zona mediterránea. Es de la misma familia que la remolacha, pero en este caso lo que se come son las hojas y tallos en vez de la raíz. La planta puede superar fácilmente el medio metro de altura, pero al ser un alimento que puede consumirse en cualquier momento del desarrollo de la planta, es habitual cosecharla cuando todavía no ha alcanzado su plenitud para que sea más tierna y menos amarga. Su sabor es muy característico, con un ligero punto terroso y siempre tiene un toque de amargor que es sin duda parte de su encanto pero que en algunos casos puede ser desagradable.

Para evitar que la acelga amargue demasiado es aconsejable no comprarlas demasiado crecidas. Y una vez en casa, hay que lavarlas muy bien en agua caliente, si la receta lo permite, ya cortada en trozos de unos 3 cm de largo. El lavado es en cualquier caso un requerimiento imprescindible siempre que vayamos a cocinar acelgas dado que estas suelen venir manchadas de tierra. De cruda a cocinada la pérdida de volumen es más que considerable y una acelga de grandes dimensiones en crudo que nos llena el fregadero a la hora de lavarla y que ha de cocinarse en una olla muy grande, al final será suficiente para 4 personas nada más, dependiendo de la receta que vayamos a hacer. O sea que no te dejes intimidar por su tamaño original.

 

Se pueden consumir de todas las formas imaginables: desde crudas en ensaladas a cocidas, salteadas, hecha puré en una crema de verduras, en tortilla, a la crema en bechamel o incluso en forma de pencas rebozadas y fritas… En cualquier caso, si la vas a cocinar, hazlo por poco tiempo. Las hojas se ablandan en segundos y lo que te va a marcar el tiempo necesario son las pencas. Es normal que pencas y hojas se oscurezcan por oxidación al poco tiempo de ser cocinadas. Si lo quieres evitar, tendrás que usar limón o ácido ascórbico, a sabiendas de que afectará un poco al sabor. Pero el cambio de color a un verde más oscura no afecta a su sabor.

La acelga se ha asociado a plato de dieta y es que es verdad que es un alimento muy sano, sobre todo por tener pocas calorías y un buen contenido en hierro, magnesio y calcio además de otros minerales y vitaminas donde destacan la vitamina C y la K.

A la hora de cocinarlas, les pega el sabor a ajo y a pimentón, la compañía de la patata cocida o de la cebolla salteada y el aceite de oliva. Y no le viene mal un toque dulce de una uva pasa o exótico de un fruto seco como los piñones. O si quieres usarla al estilo Pak Choi, .a "acelga china", un punto de soja no le va nada mal. En otras palabras, que las posibilidades de la acelga son enormes.

¡Apúntate a nuestro boletín!
Para estar al tanto de novedades, ofertas especiales y rebajas
OK
Al apuntarte aceptas recibir nuestras comunicaciones y promociones. Puedes darte de baja en cualquier momento consultando nuestra política de privacidad y protección de datos.
¡Muchas gracias por registrarte en Cocinista!
Puedes modificar tus datos en cualquier momento accediendo a tu perfil de usuario.