Aceite de Girasol
El aceite de girasol se obtiene a partir del prensado de las semillas de girasol. Al igual que ocurre con el aceite de oliva, existen diversos niveles de refinado. En nuestros supermercados encontraremos mayoritariamente aceite de girasol refinado, que es el más adecuado para freír. Pero existen también versiones de aceite de girasol virgen, que son estupendos para ensaladas y que aportan un delicioso sabor a pipas.
De color ligeramente amarillento, la versión refinada de este aceite puede usarse tanto crudo como en guisos y frituras. Su sabor es neutro en crudo y en fritura aporta un ligero sabor característico. En general, cuando vayamos a elaborar cocina de influencia asiática, y en ausencia de otros aceites como el de cacahuete, el aceite de girasol es sin duda la mejor alternativa.
Su punto de humo es muy alto, por encina de los 200ºC, aunque no es aconsejable llevarlo a temperaturas tan altas por la rápida degradación que sufre el aceite. En este sentido, además de intentar no freír a más de 190ºC, es importante no utilizar el mismo aceite un número excesivo de veces, normalmente no más de 5 veces. Se cree que los aceites de girasol muy castigados (altas temperaturas y usados muchas veces) pueden acabar conteniendo substancias nocivas para la salud.
Desde un punto de vista nutricional, es de los aceites menos calóricos, aunque no lo es de forma significativa. 100ml de aceite de girasol en promedio tendrán unas 720 calorías. La proporción de grasas saturadas es relativamente baja pero esto puede depender mucho del tipo de planta de girasol utilizada que pueden hacer que las proporciones de ácidos oléicos y linoléicos varíen muy notablemente. La mejor opción es mirar la etiqueta de cada fabricante y ver qué composición tiene su aceite.