Soplete de Cocina
Durante muchos años, en las cocinas españolas donde había un soplete de cocina este se usada casi exclusivamente para formar la capa superior de caramelo de una crema catalana, tostada o crème brûlée. Basta con aplicar la llama directamente sobre una generosa capa de azúcar para ver cómo esta se va derritiendo y adquiriendo un bonito color dorado. Porque el soplete de cocina no es más que eso, un utensilio “lanza llamas” doméstico que podemos usar para dar el toque final a algún plato.
Algunos Chefs más recientemente han descubierto las bondades del soplete usado sobre alimentos salados. Parte de idea nos viene del mundo del sushi donde es habitual darle un toque chamuscado ligeraro y superficial chamuscado a algunos pescados. También, con la nueva técnica de cocina a baja temperatura, el soplete nos puede servir para dar el dorado final a una carne ya cocinada pero sin dorar. Otros usos posibles son el derretir queso, tostar pan o dar un toque de color y sabor a pescados, carnes de ave, etc...
Hay que decir que el sabor que otorga el soplete es distinto al que daría un dorado conseguido gracias a una fritura. No es lo mismo freír que quemar. Y es que con el soplete estamos literalmente quemando una pequeña parte del alimento o de una grasa que lo rodea. Es como cocinar un filete en sartén o hacerlo directamente en parrilla sobre llamas: el sabor es muy diferente. Hay quien adora ese sabor controladamente chamuscado e incluso ahumado que se genera y supongo que también tendrá sus detractores.
Si hablamos del soplete en sí, los podríamos categorizar de la siguiente manera:
Encendido: prácticamente todos los sopletes modernos tiene sistema de encendido automático, ya sea con una pequeña pila o por generación de chispa por compresión de gas.
Potencia regulable: dependiendo de los usos que le vayas a dar, puedes necesitar regular la potencia de la llama. Los sopletes más sencillos sólo funcionan con un nivel de potencia, pero a menudo, para los usos domésticos son perfectamente adecuados.
Capacidad del depósito: Los sopletes se cargan fácilmente usando una bombona de gas de estas de mechero que se venden en los estancos. La recarga es fácil y rápida, pero si vas a usar mucho tu soplete, te conviene uno de gran capacidad, es decir, con un depósito de gas grande.
Seguridad: si hay niños en la casa, tal vez quieras un soplete que lleve un sistema de bloqueo de seguridad. Es decir, que hay que apretar un botón a la vez que se activa el gatillo para que es soplete funciones.
Calidad materiales: otra vez más, en función del uso y la frecuencia que le vayamos a dar, deberemos pensar si gastamos más o menos dinero. Las diferencias de precio varían mucho en función de la calidad de los materiales. Para usos esporádicos, nos puede servir perfectamente un soplete económico. Para usos frecuentes y prolongados, tal vez debamos pensar en adquirir uno algo más caro pero hecho con materiales más resistentes.