En pocas palabras definiremos los growler como recipientes reutilizables, diseñados para transportar cerveza desde la cervecería o el pub al hogar del consumidor. De una capacidad relativamente grande (normalmente de más de 1,5 litros) se trata de recipientes que cierran herméticamente para conservar el gas de la cerveza y que cuando la quieras disfrutar en casa esté en condiciones óptimas.
Si quieres disfrutar en casa con tus amigos de una cerveza artesanal que sólo está disponible en pubs, el growler es la solución (siempre que en el pub en cuestión sepan de qué va esto y sepan cobrarle la cerveza por litros). Suponemos que es cuestión de tiempo para que esto se vaya haciendo cada vez más habitual en España.
Los growlers vienen en una variedad de materiales, tamaños y diseños, cada uno con sus propias ventajas:
Vidrio: El más tradicional y común. Los growlers de vidrio son económicos y permiten ver el contenido, aunque pueden ser pesados y susceptibles a la luz, que puede degradar la cerveza.
Cerámica: Ofrecen una estética única y protección contra la luz. Sin embargo, suelen ser más caros y su contenido no es visible.
Acero Inoxidable: Ligeros, duraderos y completamente opacos a la luz. Son ideales para actividades al aire libre, aunque generalmente son más costosos que el vidrio. Algunos incluyen hasta grifo y porta cargas para meter CO2.
Plástico PET: Una opción ligera y económica para uso a corto plazo. No son tan duraderos como los otros materiales y pueden afectar el sabor de la cerveza con el tiempo.
Una vez hayas llenado tu growler, debes conservarlo en la nevera para que la cerveza se mantenga fría. Y es aconsejable consumir la cerveza en dos o tres días después de haberlo abierto por primera vez.
Los growlers para cerveza son por tanto un medio práctico y ecológico para disfrutar de la cerveza artesanal fresca
