Tortillas de harina de trigo

Poner la harina, la sal y la levadura en un cuenco grande. Mezclar bien. Añadir el aceite e ir incorporando el agua mientras empezamos a amasar con la mano la harina. Buscamos una masa que se pueda trabajar sin que se nos pegue a las manos pero que esté bien húmeda y sea flexible. Amasamos durante 2 o 3 minutos. Pasado este tiempo, le damos a la masa la forma de un cilindro alargado y cortamos con los dedos trozos de masa del tamaño de una mandarina pequeña. Los ponemos en un plato espolvoreado de harina. Tapamos las bolitas con un trapo y dejamos reposar 30 minutos.
Para dar la forma a las tortillas, tenemos varias opciones.
Prensa: Usar una prensa de tortillas usando plástico de una bolsa de la compra o plástico de cocina para que no se nos pegue. En otras palabras, abrimos la prensa, ponemos una capa de plástico, la bola de masa, otra capa de plástico y ya podremos cerrar la prensa y aplicar presión. El plástico facilitará el despegado de la tortilla que en todo caso deberemos manipular con cuidado.
Rodillo o botella de vidrio: el gran problema de las tortillas es evitar que se peguen mientras les damos forma. Para ello, lo ideal es usar aceite, untándose tanto las manos como la superficie de trabajo. Luego utilizamos un rodillo o mejor aún, una botella para dar forma a la tortilla.
El pulgar: En vez de usar un rodillo, también se puede dar forma aplastando con los dedos. Otra vez, recomiendo usar aceite para que no se peguen a la mesa o a nuestras manos. Una vez tienen ya un tamaño medio, existe una técnica consistente en pasar la tortilla de una mano a otra. La inercia del movimiento las sigue agrandando y por lo tanto haciendo más finas. Como te puedes imaginar, hacer esto requiere de bastante técnica y práctica.
Luego, hay que cocinar las tortillas. Se hace en una sartén caliente a fuego medio sin aceite alguno. Se ponen las tortillas una a una y se dejan aproximadamente un minuto. Deben empezar a dorar en partes pero nunca quemarse. Les damos la vuelta y cocinamos otro minuto.
Las retiramos de la sartén y las llevamos a un plato con otro por encima que haga de tapa, o si tenemos, una caja especial para mantener tortillas calientes. El objetivo es que no se enfríen y que se mantengan jugosas.