Isomalt

El isomalt es un edulcorante que proviene del azúcar mediante un proceso especial al que se somete a la remolacha azucarera. Es por lo tanto 100% natural, muy edulcorante pero con un contenido calórico menor que el del azúcar (la mitad). Es además más estable que el azúcar, no cristaliza y es muy flexible lo que lo hace ideal para la repostería y la elaboración de chucherías. Además, la caramelización del isomalt da lugar a caramelos muy translúcidos y puros y es necesario llegar a temperaturas muy altas (más de 160 grados) para que empiece a caramelizarse y a adquirir el color marrón. Y en cuanto a su sabor y a diferencia de otros edulcorantes, realmente sabe a azúcar. El isomalt es además un producto que no tiende a absorber humedad ni a apelmazarse lo que lo hace muy adecuado para decorar bizcochos y otras creaciones reposteras.

En cocina moderna y en repostería se usa para hacer decoraciones de todo tipo. Si se calienta a unos 120 grados, se funde para hacer una masa homogénea que dejaremos enfriar hasta los 80 o 70 grados. Con cuidado de no quemarnos y siempre usando guantes de plástico, podremos darle todo tipo de formas que acabarán solidificando a medida que se enfría. Los más habilidosos son capaces de hacer pompas de isomalt insuflando aire mientras la masa está caliente. Al enfriarse, las pompas se vuelven quebradizas como el cristal, pero un cristal comestible.

No se debe abusar del isomalt (más de 50 gramos al día por persona) dado que puede provocar malestar intestinal (gases, descomposición). A cambio, decir que el isomalt es amable con nuestros dientes dado que no favorece la aparición de caries.