El té

El té

La planta del té se cultiva en zonas tropicales y subtropicales. En función del tratamiento que se le dé, da lugar al té blanco, verde, negro y oolong.

Por simplificar lo que pudiera parecer en principio un tema demasiado amplio, digamos que en este artículo nos referiremos exclusivamente a los productos que se derivan de la hoja de plantas y arbustos de la familia Camellia Sinensis, lo que vulgarmente llamaríamos el árbol del té. Dejamos por lo tanto fuera de esta discusión una larga lista de infusiones a las que a menudo nos referimos con tés, aunque en mi opinión de forma incorrecta.
Dicho esto, las distintas variedades de té proceden todas de la misma planta variando únicamente el proceso de elaboración del mismo. Una vez más la naturaleza y el ingenio del hombre combinados dan lugar a un fascinante abanico de variedades. Estos son los grandes tipos de té:
Té blanco: se recogen yemas tiernas que se dejan marchitar y luego se esparcen en plantas de secado para evitar su oxidación y fermentación. Tienen como su nombre indica un color blanquecino que procede de las vellosidades blanquecinas que tienen las yemas del té cuando son muy jóvenes. Su sabor es delicado. El precio de este té es muy elevado.
Té verde: Se recogen las hojas exteriores de la planta del té y no se dejan marchitar. Se las trata inmediatamente con un baño de vapor para parar la oxidación. Luego se cortan las hojas, y en muchos casos se enrollan para finalmente dejarlas secar. El té verde es la bebida más consumida en el mundo después del agua. Para hacer una infusión de té verde no hemos de usar agua hirviendo sino esperar a que el agua rompa a hervir, retirarla del fuego, esperar medio minuto y luego realizar la infusión.
Té amarillo: sigue un proceso casi idéntico al del té verde al que sigue un proceso de secado más lento lo que le confiere un sabor y un color distintos.
Té oolong: se deja la hoja marchitar bajo un sol muy caliente y se permite que el proceso de oxidación avance hasta que la hoja alcanza un color gris verdoso. Es un té más fuerte en sabor y con mayor contenido en teína que el té verde pero no llega a la fortaleza del té negro que veremos a continuación.
Té negro: Se seleccionan y recogen hojas maduras y se dejan oxidar completamente. La hoja una vez cortada se deja marchitar, luego se parte en trozos más pequeños y se almacena en un entorno con temperatura y humedad controladas para favorecer el proceso completo de oxidación. Durante el mismo, las hojas se vuelvan negras. Tiene un sabor intenso y su contenido en teína es el mayor de todos los tés. No se debe sobre calentar ni hacer la infusión durante más de 4 minutos porque el resultado puede ser una bebida demasiado amarga.
Dentro de estas grandes categorías, se pueden añadir otros procesos que van a variar notablemente la apariencia y el sabor de té y que dan lugar a la aparición de nuevos productos. Por ejemplo, el té se puede moler hasta convertirlo en polvo. El mejor ejemplo es el matcha, exquisito té japonés usado en su tradicional ceremonia del té. Los tés también se puede ahumar, como es el caso del té lapsang suochong chino. Y por supuesto, se pueden mezclar con otros ingredientes, como el earl grey que se mezcla con bergamota o el conocidísimo té de jazmín, que consiste en té verde mezclado con flor de jazmín. Y posiblemente los té más sabrosos gracias a la mezcla de ingredientes son los chai hindúes, consistentes principalmente en té negro mezclado con especias tan sabrosas como el cardamomo, canela, anís, clavo de olor entre otros y mucho azúcar.
Y hemos mencionado varias veces la teína pero no hemos dado ningún dato. El té blanco contiene de 1 a 5 mg de teína por litro. El verde, entre 15 y 20 mg. Y el té negro entre 20 y 45 mg. Por comparativa, el café tiene 115 mg de cafeína por litro, siendo además la cafeína un excitante algo más potente que la teína.

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